Siete veces siete
Siete historias situadas en siete casas distintas. Así se estructura el último libro de relatos de Samantha Schweblin (Buenos Aires, 1978), ganador del Premio Narrativa Breve Ribera del Duero.
La argentina ya nos había deleitado con otros libros de relatos anteriores: El núcleo del disturbio (2002), Pájaros en la boca (2009), Distancia de rescate (2014).
La pérdida de los seres amados, la violencia afectiva, la enfermedad, el sentimiento de haber sido desposeído, el egoísmo son algunos de los temas que tratan estos siete cuentos, siempre con el habitual estilo de Schweblin, que recuerda a Fernández Cubas pero con un tono más actual y juvenil.
Si bien en este libro Schweblin se aleja un poco del misterioso terror al que nos tenía acostumbrados, el ambiente es onírico y lo real se pasa del absurdo a lo cuestionador en tan solo un segundo. Siete casas vacías cuenta historias complejas, extrañas, gobernadas en su mayoría por mujeres protagonistas, por niñas, adolescentes, madres de familia o ancianas desquiciadas.
Madre e hija que invaden casas ajenas y se apropian de ellas, hombres que ocultan a sus descendientes y progenitores desnudos en el jardín, señoras que ansían la muerte y sueñan recoger las ropas del hijo muerto de sus vecinos que sistemáticamente son arrojadas a su patio, suegras que cuentan a sus nueras una vieja historia para que ocurra otra vez… Los orígenes son diversos: las lecturas también. Nada es totalmente real en la literatura de Schweblin ni nada resulta totalmente fantástico. Todo se encuentra a medio camino, en un espacio único que sólo se comprende al pactar de antemano con ella que su escritura es una muy personal.
